tejedora

6/17/2007

Doña María

La música dulce y melancólica de un bailecito salía de una radio pero en realidad, para mí, venía de muy lejos y me resonaba muy en el fondo del alma.

Tierra noble y generosa

hospitalaria y gentil,

la cuna de mis mayores

¡ay! mi querido Potosí

Hacía muchos años que no la escuchaba y en seguida se me presentó la imagen de doña María quien adoraba esa canción y a quien vi cantándola con los ojos llenos de emocionadas lágrimas.

Aquella mujer alta y delgada, rubia, de ojos claros, era diferente por completo a las mujeres potosinas, por lo general, son bajitas y morenas.

Su aspecto se entiende si sabemos que era hija de un francés.

El gringo llegó hasta los pies del famoso Cerro Rico de Potosí atraído por la fama de sus ingentes riquezas minerales. El auge de la plata que puso su nombre en el mundo entero había pasado hacía ya mucho tiempo pero ahora ofrecía a los mineros el estaño.

En aquel tiempo, María, sin importarle su extraño aspecto de caída de otro mundo, jugaba y correteaba con las imillas potosinas, por las abruptas montañas donde su padre perseguía su sueño.

También, como en las viejas leyendas del tiempo en que “vibraba la entraña de plata” el minero consiguió una veta de prodigio.

Sólo necesitaba capital y un socio para hacerse rico y muy pronto consiguió uno que no sólo resultó hábil en la tarea sino que, con chicanas legales, se fue apoderando para él solo de la mina de su socio.

María y su padre trasladaron entonces sus afanes a los laberínticos enredos de abogados, jueces, papeleos y jergas judiciales que los fueron dejando cada vez más pobres y resentidos mientras el tramposo, apoyado en la riqueza que obtuvo de la mina, compraba conciencias y torcía en su favor la balanza de la justicia.

Dicen que el socio, después de ganado el juicio, ofreció, extrajudicialmente, una considerable suma al minero empobrecido pero él, en un gesto de orgullosa rebeldía, se negó a recibir ni un centavo.

El altivo gesto dejó a la familia del francés en la miseria cuando el gringo se fue a pedir justicia al otro mundo.

Doña María, siempre altiva como su padre y con la rebeldía del que tiene razón y es burlado, tuvo que ganarse la vida de cualquier manera. Así se hizo maestra rural y luego, por años de práctica, pasó a trabajar en la ciudad.

Un hombre la amó sin importarle su carácter difícil y con él formó un hogar nada convencional pues era ella quien ganaba el sustento de la familia y el esposo se dedicaba a las tareas del hogar.

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Desde que era niña ella escuchó como un cuento de hadas la promesa que le hacía su padre de llevarla a visitar su lejana y hermosa Francia pero eso se quedó en un sueño que ella no estaba segura de haberlo soñado.

Lo relevante en doña María era su amor profundo a su terruño áspero, frío, tan alto que parece que pueden tocarse las estrellas. Tierra con olor a minerales, a copagira, a “acullico” de coca. Esta tierra donde un francés encontró el milagro de la fortuna y la amargura de la injusticia.

6/11/2007

El alma de las cosas

No tengo duda de que los animales tienen alma, lo que llamamos alma, algo que va más allá de la simple materia de la estamos hechos. Puede que sea un alma más simple o diferente de la nuestra, pero que la tienen, la tienen.

Y me voy más allá: ¿También las cosas tienen alma?. Yo creo que, al contacto con nosotros, van adquiriéndola también.

¿Quién no conserva ese muñeco de peluche de su infancia que anda rodando por ahí, a veces colocado en un rincón mientras que otras, lo encontramos perdido en un cajón de cosas viejas? Y cuando volvemos a encontrarlo se nos agolpan recuerdos, se nos llenan los ojos de lugares y paisajes olvidados, de sensaciones hasta de olores, sabores y sonidos; de sentimientos que creímos superados. Todo eso no es sólo nuestro, es del “alma” que pusimos en aquel objeto y que ha quedado en él.

Quizás porque soy un poco solitaria yo tiendo a conversar con las cosas que me rodean. Todas me hablan de otros tiempos y de otros lugares en que estuvieron conmigo.

Voy recomendando a mis cosas que no se escondan porque en este último tiempo han adquirido esa mala costumbre. Grito su nombre cuando no las encuentro: -Azucarero ¿dónde te has metido? Y le doy una palmadita cuando lo encuentro: -Pícaro, no vuelvas a hacerme ese jueguito.

Le pido encarecidas disculpas a la cacerola que dejé olvidada sobre la lumbre y que se ha comenzado a quemar. Al limpiarla la acaricio y le aseguro que recobrará su primitivo aspecto, que no se preocupe.

Tengo unas pocas plantas y no soy yo quien ha descubierto que crecen mejor y se ponen más lindas cuando se habla con ellas. Lo hago todo el tiempo. Hay veces que estoy ocupada en otras cosas y escucho sus murmurados reproches: - Mira, pasa sin mirarnos, no se da cuenta de que ya tenemos sed. ¿Para que tiene plantas si no las riega y las cuida? Y, claro, tengo que dejar todo para atenderlas.

Algo que también hago continuamente es pedir a mis cosas, por favor que me presten el servicio que necesito: -A ver escobita, vas a ayudarme a sacar toda esta basura. Y luego de realizada la tarea, al ponerla en su lugar, le doy las debidas gracias.

Lo malo de esto es que a veces tienes que deshacerte de algo que ha estado mucho tiempo contigo. Hace unos días tuve que vender un freezer que ya era muy grande para mis necesidades y que había sufrido una avería en el traslado. Me era penoso verlo en la puerta esperando irse para otro lado, parecía decirme: -¿Te acuerdas de las cosas buenas que yo te conservaba: comidas especialmente ricas, helados, dulces para los chicos? No es justo que ahora por un desperfecto te deshagas de mí. ¿Te gustaría que te pasara eso si te pusieras enferma? Sólo me quedaba el consuelo de que donde estuviera lo hubieran reparado y seguiría sirviendo. Espero que alguien que lo aprecie como yo.

¿Cosas de vieja? Puede ser pero así me siento acompañada por muchas pequeñas “almas” en las que yo he puesto algo de la mía y que me rodean, me quieren y me sirven.

6/07/2007

Día del maestro

Hoy, 6 de junio, se celebra en mi país “El día del maestro” dedicado a homenajear a las personas que han elegido dedicar su vida a la enseñanza.

La fecha fue elegida para conmemorar que un día como este se fundaba la primera escuela normal en la ciudad de Sucre. El gobierno de entonces tuvo la idea visionaria de que las bases de todo Estado, en todos sus órdenes, se asentaban en la educación de sus ciudadanos. Para ello contrató a una misión de maestros belgas que trajeron a Bolivia las últimas ideas sobre pedagogía de Europa, ideas que bebieron sus orígenes en los sabios griegos y en todos los siglos que vinieron después con la Ilustración francesa y los últimos avances en Italia y todo el Viejo Mundo.

No es mi intención ahondar en este tema ( cosa que tengo programada para otro momento) hoy sólo quiero saludar a aquellas maestras que compartieron conmigo la maravillosa tarea de enseñar.

Imagínense ustedes un pueblo minero a 4.000 m. sobre el nivel del mar y allí una escuela que se dedicó a enseñar a las niñas más pobres, a las hijas de esos mineros que se ganaban la vida persiguiendo, bajo tierra, las esquivas vetas minerales, siempre amenazados por derrumbes, caídas y gases venenosos. Con la certeza de que “el mal de mina” cavaba ya en sus pulmones una muerte temprana.

Aquellas niñas, pese a su miseria, eran las afortunadas que pudieron llegar a la escuela, la mayor parte nunca pisarían un aula.

Y ahora quiero referirme a “mis maestras” Las llamo así aunque en realidad, yo era l Directora de la escuela y ellas trabajaban conmigo en aulas heladas y desprovistas de todo, restando de su magro haber los materiales que eran indispensables para la enseñanza, impartiendo sus lecciones al mismo tiempo que prodigaban amor.

Se me viene a la cabeza la antigua letanía que rezaba de niña: “Santa Teresa, ora pro nobis, santa Eduviges, ora por nobis” y así un montón de santos y santas desconocidos que. espero, orarían por nosotros.

Hoy voy a repetir los nombres de aquellas maestras que pasaron por mi escuela, durante varios años. Algunas en viven todavía y otras ya nos dejaron Ojalá Dios quiera bendecirlas a todas en este día del maestro:

Hubieron varias Marías, Carmela, Corina, Lilia, Elia, Helena, Edith, Dora, Marta, Rosita, Sonia, Hortensia, Gaby, Rosario, Mery, Remedios, Elba, Rosario,Natalia, Elizabeth, Mary, María Luisa, María Victoria, Lidia, Aparicia.

Soy conciente de que me olvido de algunas sin querer y que otras fueron simplemente olvidables pero detrás de cada nombre hay una historia de vida que compartí, que me enriqueció y que me hace sentirme orgullosa de haber sido también maestra.

6/01/2007

Mis maravillas

Ángeles Mastreta enumera algunas de sus maravillas como la luna en un puente de Venecia o el milagro de vivir en una ciudad tan hermosa pero a la vez aterradora como Méjico.

Mis maravillas son muchísimo más modestas pero para mí siguen siendo maravillas y son entrañables. Las de hoy, por ejemplo son:

Este aire de invierno recién nacido que me envuelve cuando abro la ventana de mi dormitorio y me lleva a soñar con otros tiempos y otros lugares. En este cobijo tibio de valle en que ahora vivo, añoro el clima de mis montañas y todo lo que el frío tiene de deseo de envolverse en un abrazo de lana, de encender unos leños, de apreciar más ese pedacito de techo que nos cobija.

La inmensa maravilla de mi hija que ha venido por unos papeles y luego correrá a las oficinas para librarme de esos menesteres que aborrezco. Mi hija, que lo mismo cambia un foco como arregla un aparato, planea la comida o me consigue un libro. Todo para hacernos la vida más fácil a los demás. Mi hija, esa maravilla que es como la prolongación de la mano de Dios que, sin yo merecerlo, me toca.

El olor a dulce de naranja que sale como una maravillosa exhalación de la cocina y sahuma todas las habitaciones. Sé que apenas lo probaré pero para alguien será un regalo apetecido.

Y una diminuta maravilla más: Hoy, un rayito de sol, como un dedo amigo, ha hecho brillar algo sobre la alfombra, algo muy pequeño y que, por eso mismo, lo daba por perdido. No es sino el diminuto tornillo que ajusta mis anteojos y ¿no es una maravilla que lo haya encontrado?