4/09/2014

Mi madre

Mi madre es la tejedora, pero lastimosamente ya no puede tejer, ha ido perdiendo la vista y a pesar de los esfuerzos que hemos hecho para darle la posibilidad de seguir escribiendo, como ella misma dice, se ha dejado la vista en las miles y millones de palabras que ha escrito durante toda su vida.
Cuando mi padre estaba muy enfermo y mi madre se dedicó por completo a su cuidado, pensamos que tener un blog en el que ella pudiera expresar lo que estaba pasando sería buena idea y ¡vaya que lo fue! Para ella fue un reto aprender un poco el manejo de la computadora hasta sentirse lo bastante segura como para poder escribir sin presiones.
El blog lo usó para decir lo que pensaba, lo que sentía, yo le reclamaba que sólo escribía cosas tristes, pero de verdad ella estaba así. Una vez mi padre murió y pasado el primer año de luto interior, cambió un poco el tono de lo que decía, pero la vida le jugó una broma pesada y le fue quitando la vista, de a poco, pero lo suficientemente rápido como para serle cada vez más difícil usar la máquina.
Su última entrada se la escribí yo, ella me dictó su pena por la muerte de un locutor de radio y televisión que producía unos programas a los cuales ella se aficionó, porque ya sin poder ver mucho, la radio se ha convertido en su compañera del día.
He pensado que como ella tiene tanta producción escrita entre poemas cuentos y novelas, pudo ir subiendo algunas al blog y que éste no desaparezca.
Soy la hija de la tejedora y su segunda obra de tejido de la vida Mi poema es éste:
                                                         Hija
                Morenita semilla que se antojó una primavera
                contradictoria y trágica para atisbar el mundo.
                Por un lado, tú, el surgir de la vida de la naturaleza,
                que, porfiada, se empeña en renacer
                y por otro la muerte que danzaba de la mano del hombre
                en locura de sangre y destrucción.
                Te asomaste, curiosa, en una hora indecisa
                en que luchaba el alba con la noche
                y fue tu llanto afirmación de vida,
                acallando el gemido y la metralla.
                Niña reconcentrada, adolescente dulce,
                luego mujer, florecida de pensamientos,
                ardida entera en urgencias de igualdad y de paz;
                desbordante de amor, mendiga de ternura
                despreciadora de oros y de gemas
                porque a tus ojos, todas las piedras son preciosas.
                El sueño ecuménico de amor
                que se alzaba ante mi alma joven
                como un glorioso fresco,
                y que la realidad fue destiñendo
                hasta que un día lo lloré perdido,
                lo recobraste tú, porque lo vives.
                En nuestro abstruso mundo
                donde se aprecia más el brillo de neón
                que el mismo sol,
                donde el amor y la y la bondad son mercancías,
                ¿qué te espera muchacha?..
                Quizá cerrar los ojos obstinada,
                y llevar hasta el fin tu divina locura;
                o poco a poco calcinarte el alma
                hasta ser un puñado de ceniza
                en la inútil empresa de volcarte a un mundo
               que aún no tiene la clave
                que pueda descifrar el sentido cabal de la palabra amor.