tejedora

2/23/2007

Fiesta de comadres

Antes del carnaval se celebran en mi tierra dos fiestas: Dos jueves antes, la fiesta de compadres en la que se reúnen amigos y conocidos, todos hombres. Toman unos tragos, las mujeres los halagan con una rica comida y el festejo sigue según los deseos y el entusiasmo de los “compadres”

Como Bolivia es tan vasta y con tantas regiones, que son entre si diferentes, las celebraciones varían de un lugar a otro. Eso si, en todas, el jueves de compadres es el día de lo masculino.

En Potosí, distrito sobre todo minero, desde por la mañana de ese jueves se escucha el retumbar de los cachorros de dinamita: son los mineros que están festejando a sus “tatas jakchitos” o sea los santos que tienen en cada mina. Cada grupo saca al santo en procesión con músicos, bailarines y los infaltables dinamitazos. Lo hacen bendecir en una Misa y lo regresan a su sitio.

Dicen que luego, en interior mina, agasajan al “Tío” o el diablo que protege la mina y la mantiene productiva. Le ofrecen licor, coca masticada, le ponen un collar de serpentinas, lo rocían con abundante mistura (papel picado de colores) y le encienden una vela.

El siguiente jueves o sea uno antes del carnaval, se celebra la fiesta de “comadres”.

Las mujeres le dan una connotación más amplia y más profunda: es el día en que se reconocen cercanas, hermanas en la difícil tarea de la maternidad, en el dolor, en el sufrimiento, y en los afanes de la vida. Las diferencias sociales y económicas desaparecen, todas han sentido alguna vez lo mismo: han sido heridas, traicionadas, abandonadas.

Co- madres, es decir madres de sus hijos y de los ajenos. Sobre todo ahora que, con la abundante emigración, las madres se van y dejan a sus hijos con las hermanas o con la abuela.

Los mercados se vuelven una fiesta porque todas las vendedoras se abrazan y se felicitan, todas son comadres. Y si llega una señora que es clienta habitual (aquí se llama “casera”) igualmente la agasajan, le ponen serpentinas al cuello, la rocían con una lluvia de mistura y le ofrecen un trago. Hay música de instrumentos típicos, se baila y se come.

En los hogares, empleadas y patronas también se dan un abrazo. Y sucede lo mismo en las oficinas, en los hospitales, en las escuelas, en los negocios, es decir en todo lugar donde trabajen mujeres.

En el campo, las mujeres consideran sus comadres a las montañas que rodean y abrigan el valle que es su hogar, a la luna que rige sus ciclos, a las estrellas, las flores, los alimentos que tienen nombre femenino como la papa y a todos los animales de ese sexo. Por último a todas sus pertenencias que tengan nombre femenino: la comadre olla, la comadre cuchara, la escoba, la mesa, la silla, la cama, la cocina, la puerta y la ventana. Todas son sus amigas, sus ayudantes, sus comadres. En ese día las rocían con chicha de maíz y les agradecen su compañía y su ayuda.

Es una fiesta de la hermandad femenina, cordial, cariñosa y sin nada del feminismo excluyente que está de moda.

2/11/2007

Vida ladrona

Fui niña una vez, fui niña

con todo el mundo a mis pies

brincaba en una pelota,

y yo jugaba con él.

Todo el amor era mío,

dormía en una muñeca

y yo soñaba con él.

Vino la vida ladrona

y mis juguetes me quitó.

Con diestra mano de maga

me vistió de juventud

llena de ensueños el alma

y en el pecho los amores

como flores de oropel.

Vino la vida ladrona

y en un soplo se llevó

galas, ensueños y amores

como flores de papel.

Luego me aventó los sueños

me puso plomo en los pies,

me mostró sólo un camino

y me convirtió en mujer.

Y me entregó la ternura

de tres niños por crecer

y muchos que eran ajenos

pero los quise también.

Sin embargo la ladrona

se me presentó otra vez

les puso a mis niños alas

y les enseñó a volar.

me fue quitando lo dado:

hijos, esposo y hogar.

Ahora vivo despojada

ya sin sueños que soñar

ay vida, vida ladrona

nada me puedes quitar.

Andarás buscando cómplices

y calladita vendrás,

me harás un postrer obsequio:

un traje de eternidad.

Me entregarás a la Muerte,

vida ladrona y te irás.