tejedora

4/26/2008

Se vendió la casa

La casa, nuestra casa, hoy tendrá nuevos dueños.

la verán otros ojos, oirá nuevas voces,

otros pasos extraños resonarán ahora

por todos los rincones por los que caminamos.

Pero, si se remueve un poco de la pintura nueva

asomará tu olor que impregnó las paredes;

en todas las ventanas, como un tul invisible,

se ha quedado atrapada la luz de tus miradas.

Por todos los rincones, silencioso, apagado,

se ha de escuchar el eco de tu voz que me llama.

y en las tardes de otoño con su luz indecisa

flotarán en el aire los sueños que soñamos.

En el jardín pequeño la tierra habrá absorbido

gotas de tu sudor que le diste al cuidarla

y cada flor, cada hoja recordarán mis manos.

En un rincón soleado dormita nuestro perro

el sueño de su pequeña eternidad

y en el otro rincón, debajo la retama

que la cubre de flores como un dorado manto

descansa esa gatita a quien quisimos tanto.

Adios casa querida, la entrañable, la que nunca se olvida,

la que guarda un jirón de nuestra vida.

El destino te ha dado nuevos amos

pero nunca sabrán los que ahora te habitan

que nosotros nos fuimos, más, nunca te dejamos.

Permanencias


1.- Santiago de Chile

Por todos los caminos que mis pasos fatigan

voy buscando tu rastro.

En los rostros que pasan creo encontrar tu cara,

el color de tu piel, tus ojos, tu sonrisa,

tu manera de andar.

Me estremece hasta el eco de tu nombre

dicho por unos labios a un extraño.

Sólo después me acuerdo que te encuentras ajeno,

prisionero de Aquella

que más allá del mundo y de la vida

jamás ha de dejarte.

2.- Cochabamba

Llora el cielo, llueve y llueve.

Llueve sobre el asfalto que se pinta de luto,

sobre los árboles resignados, temblones,

sobre los techos grises de las casas,

sobre todas las gentes que agachan la cabeza.

Llueve sobre mi soledad, sobre mi duelo

y llueve sobre el eterno silencio de tu sueño.

3.- La Paz

Cada calle de esta ciudad caótica y ruidosa,

cada cuadra de todas sus veredas

conservan todavía la huella de tus pasos

y la caricia leve de tu sombra sobre ellas.

Esta ciudad por la que trajinaste

con tus gozos, tus penas, tus afanes a cuestas

valiente como tú, como tú pensadora

conserva aún efluvios de tu mente.

En los parques, las casas, las vitrinas, las gentes,

permanece la pátina sutil de tu mirada.

Flotando en medio de las dispersas voces

va el eco de tu voz, de tu risa o tu queja.

Su atmósfera ligera de urbe cerca del cielo

era, a pesar de todo, motor de tu energía

te alimentó con su aire y ha recibido a cambio

los besos de tu aliento.

Vivirás siempre en ella invisible quizás

pero consubstanciado

en la presencia augusta de su monte,

de su rio, su cielo y sus estrellas.