Permanencias
1.- Santiago de Chile
Por todos los caminos que mis pasos fatigan
voy buscando tu rastro.
En los rostros que pasan creo encontrar tu cara,
el color de tu piel, tus ojos, tu sonrisa,
tu manera de andar.
Me estremece hasta el eco de tu nombre
dicho por unos labios a un extraño.
Sólo después me acuerdo que te encuentras ajeno,
prisionero de Aquella
que más allá del mundo y de la vida
jamás ha de dejarte.
2.- Cochabamba
Llora el cielo, llueve y llueve.
Llueve sobre el asfalto que se pinta de luto,
sobre los árboles resignados, temblones,
sobre los techos grises de las casas,
sobre todas las gentes que agachan la cabeza.
Llueve sobre mi soledad, sobre mi duelo
y llueve sobre el eterno silencio de tu sueño.
3.-
Cada calle de esta ciudad caótica y ruidosa,
cada cuadra de todas sus veredas
conservan todavía la huella de tus pasos
y la caricia leve de tu sombra sobre ellas.
Esta ciudad por la que trajinaste
con tus gozos, tus penas, tus afanes a cuestas
valiente como tú, como tú pensadora
conserva aún efluvios de tu mente.
En los parques, las casas, las vitrinas, las gentes,
permanece la pátina sutil de tu mirada.
Flotando en medio de las dispersas voces
va el eco de tu voz, de tu risa o tu queja.
Su atmósfera ligera de urbe cerca del cielo
era, a pesar de todo, motor de tu energía
te alimentó con su aire y ha recibido a cambio
los besos de tu aliento.
Vivirás siempre en ella invisible quizás
pero consubstanciado
en la presencia augusta de su monte,
de su rio, su cielo y sus estrellas.
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