12/07/2007

Las lavanderas descuidadas

Ahí estaban, en la puerta de la cocina pelando arvejas. Le estaban sacando provecho al único rayito de sol que caía en el patio.

En la cabecita del niño bullían todas las preguntas y en la experiencia (o si no, en la imaginación) de la abuela, cabían todas las respuestas.

-Abuelita, tú sabes que Casimiro, el sastre de la esquina era muy malo, reñía con todo el mundo y a los niños que pasábamos por su puerta, salía a espantarnos con un chicote. Siempre estaba haciendo llorar a su mujer y hasta mató al gato de doña Remedios; pero ahora que se ha muerto todos dicen que está en el cielo.¿Es que hay un cielo también para los malos?

-Mira, corazón mío, a la entrada del cielo hay una hilera larga de lavanderas. Cada una sentada delante de una gran batea y todas con sus jabones, sus lavandinas y sus detergentes.

Llega un alma al cielo y ¡zas! la agarra una lavandera. Porque lo cierto es que, quien más y quien menos, todas las almas llegan manchaditas y algunas, francamente, ¡puf! llenas de mugre.

No debe ser nada agradable para las pobres almas someterse al lavado pero ¡que remedio! Lo cierto es que, jabonada va y enjuague viene, quedan por fin limpias y relucientes y sólo entonces son presentadas al Señor que las recibe en su Casa y desde allí permite que velen por nosotros.

-¿Ufa! Ya me imagino el trabajo que estarán teniendo con el alma de don Casimiro.

-Escucha : has de saber que el buen Dios nos presta un alma nuevecita y sin mancha cuando nacemos. Lo malo es que aquellas lavanderas celestiales hacen salpicar de sus bateas gotas de agua sucia y a veces, hasta chorros. Debe ser por la energía que le ponen a su tarea.

-¿Y a donde va esa agua sucia?

- Cae hasta la tierra y salpica nuestras almas

-Entonces nosotros no somos malos, son ellas las culpables.

- No es tan fácil. Si nos salpica una gota, nosotros tenemos que decidir si aceptamos la mancha, obedecemos ser malos o si lo resistimos. Dios nos ha dado esa facultad.

-A ver, explícame eso.

-Mira: si tu hermana te hace una diablura ten por seguro que recibió una gota de agua sucia. Y cuando tú te pones furioso y le das un tirón de trenzas es que también a ti te tocó una rociada y no la resististe.

-Hum….con que así es la cosa….

Nieto y abuela se quedan ambos pensativos y ella, no encontrándole fisuras a su teoría, está dispuesta a creerla verdadera y mirando a su nieto eleva una plegaria:

¡ Señor, aparta de mi niño todas las salpicaduras de esas tus lavanderas descuidadas!