2/04/2008

Los trajes

Cuando Ernesto iba a casarse sólo tenía un traje, de modo que lo cepilló y lo planchó con el esmero que la ocasión requería.

Como en los cuentos, después del matrimonio la pareja fue muy feliz aunque sus posibilidades económicas no alcanzaban para las consabidas perdices.

Ernesto cuidaba su traje, conciente de que era su único lujo y atendía y mimaba a su mujer sabiendo que constituía su única fuente de amor y placer.

Con el paso del tiempo, ambos trabajaron duro, hombro a hombro y fueron saliendo de pobres.

El traje de Ernesto ya no fue el único en el ropero. Pronto estuvo acompañado de uno de casimir nacional, seguido por el de tergal español, el de casimir inglés, el combinado deportivo y otro y otro.

Los trajes son al hombre como las etiquetas a las latas: te informan, más o menos exactamente del contenido. En el caso de Ernesto, daban fe de su prosperidad y eso atrae a cierta clase de mujeres, de modo que ya tuvo donde escoger.

El viejo traje no volvió a salir del ropero y la esposa muy poco salía de la casa.

Lo que los trajes ni la prosperidad garantizan es lo que el destino nos tiene preparado y Ernesto sufrió un ataque al corazón que lo despachó inesperadamente de esta vida a la otra.

Su mujer quedó heredera de todos los trajes y no sabía que hacer con ellos. No cabía otra solución que regalarlos pero no se animaba, hubiera sido como terminar lo que empezó la muerte: borrarlo del todo y ella, pese a los pesares, aún lo quería.

Un día se plantó frente al ropero, miró los trajes uno por uno: aquel que fue testigo de su unión y los otros que los habían separado. Se armó de unas tijeras y los fue cortando, cortando…

Era hábil para las labores y se puso a coser y combinar los pedazos hasta formar un edredón que le quedó muy lindo. Adorna con él su cama, se siente abrigada y hasta la acompaña el olor de su marido que se conserva todavía, sobre todo en los pedazos del traje viejo.

Ahora se duerme abrazada a su edredón y es como si hubiera recuperado a Ernesto para ella sola, como en aquel tiempo en que su marido tenía un solo traje.

1 Comments:

Blogger Vania B. said...

Hermoso cuento, y muy interesante blog.

Ya vendré más seguido a visitarte.

Un abrazo.

4:42 p. m.  

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