tejedora

8/23/2005

Boberías

Para jugar con los nietos

Azulejo, azulejín,
flor de durazno y cerezo,
cuando yo sea de ti
¡que embeleso!

Cuando yo sea de ti:
ahora un trino
y luego un beso
y cuando tengamos hambre
Algún pedazo de queso.

Algún pedazo de queso
azulejo, azulejín
tienes en la boca un beso
y un poquito por encima
rouge de color de carmín.


Rouge color de carmín
y un poco de olor de queso
cuando yo sea de ti
azulejo, azulejín.


Estas rimas tontitas eran, no sé porque, las que mis hijos repetían con frecuencia y a gritos, tanto si viajábamos en alguna movilidad o correteando por el campo. Díselas a tus nietos, a lo mejor también les gustan.

8/16/2005

Adios hermano

Para mi hermano Carlos:

Hoy te entierran, hermano y no he podido ni verte una vez más ni asistir a tu entierro.
Hoy recorrerás por última vez las calles de la ciudad que te vio nacer y a la que amaste tanto. Quizás el alma, todavía indecisa ante este último tránsito, se quede a recordar tu infancia en este barrio, tus travesuras de niño, tus amores juveniles, el sabor agridulce de la vida con sus luces y sombras.
Después recorrerás las calles conocidas, las que llevan al centro, las que pasan por el corazón de los acontecimientos, todas llenas de gente ocupada en sus afanes de vivir, que no te conoció y de otra que quizás se acuerde de ti pero no sabe que ya no estás.
El Cementerio (familiar, porque lo visitábamos frecuentemente para acordarnos de los queridos seres que nos habían precedido en el último viaje), te recibirá como a un amigo que esperaba y que llega por fin, te hará un lugarcito junto a tu madre y a tu padre y vendrán a hacerte compañía tu abuela Carmen y tu tía Alicia que te quisieron tanto.
Que feliz, hermano, se cierra el ciclo de tu vida allí donde comenzó y te rodean casi todos los que amaste. Tu hijo duerme lejos pero estoy segura que ha de llegar también a recibirte.
No lloro por ti que has cumplido con la vida oyendo siempre a tu corazón y sin traicionar tus ideales. Deja que llore por mí que quizás no tendré, en mi último destino, la suerte de recorrer mi ciudad una vez más y de descansar junto a los míos.
Adiós, hermano, duerme en el abrazo de Dios y al abrigo de los tuyos y que un hálito de tu alma nos acompañe hasta que volvamos a encontrarnos.
16 de agosto de 2005

8/10/2005

Manos de madre

Un poema sacado del libro "Vendimias grises"

Por ellos fue que pedí ser colmada
y se llenaron mis manos de estrellas palpitantes,
de aromas que cantaban, de flores tibias,
de piedras perfumadas.

El sol se aprisionó en el trigo,
el viento molinero me dio la harina
y se hicieron mis manos panaderas.

La miel de cabelleras ambarinas
se me entregó y para ellos
danzaron mis diez dedos confiteros.

Fui a buscar, para ellos,
el vellón impoluto y aprendí el nudo
para hacer el abrigo.

El manantial de la canción brotó,
el arroyo del llanto, la acequia de la risa,
la memoria del cuento y del poema.

Puse en sus manos la chispa del amor
y ellos salieron para encender sus soles
por lejanos senderos.

Les enseñé la libertad, criaron alas
y se hicieron amigos de los vientos del mundo
y todos sus caminos.

Me han dejado las manos desoladas
aleteando indecisas como palomas
que han extraviado el rumbo.

Ahora sólo se unen, se enlazan anhelantes
apoyando lo único que me queda:
la plegaria por ellos, la ferviente plegaria.

8/01/2005

Mermelada de naranja

Ahí va una receta tradicional de mi familia

Mermelada de naranja

En nuestra familia esta mermelada es tradicional. Todos los hombres la prueban y se hacen adictos, de modo que las mujeres tenemos que estarla haciendo constantemente. Les copio la receta y haber cuántas se animan a prepararla.
Primer día: escoger cinco naranjas y ponerlas a remojar en agua hasta el día siguiente.
Segundo día: cortar transversalmente las naranjas y con un cuchillo afilado sacar láminas lo más delgadas posible de pulpa y cáscara. Sólo se desechan las semillas. Medir el resultado en tazas y por cada una poner tres de agua. Dejar hasta el día siguiente.
Tercer día: Cocinar por espacio de una media hora. Dejar hasta el día siguiente.
Cuarto día: Por cada diez tazas del preparado, adicionar ocho tazas de azúcar y hacer dar un hervor aumentándole un palito de canela y unos cuanto clavos de olor (Opcional)
Quinto día: Cocinar a fuego lento hasta que tome punto.
Que les guste y buen provecho.