tejedora

4/02/2006

Se fue la Carmela

Persiguiendo tercamente un sueño, Cristóbal Colón, logró alcanzarlo y con ello encendió los sueños de miles de hombres que estaban descontentos con su destino en su mundo.

Las sociedades medioevales eran terriblemente injustas con la gente. Los bienes materiales se repartían entre unos pocos al azar del destino y pocos los alcanzaban por sus méritos o por su esfuerzo. Las más grandes riquezas quedaban en pocas manos por el simple capricho de la naturaleza que los hizo nacer en cierta cuna o haber venido al mundo como hijos primogénitos. La mayor parte de las personas arrastraban un triste destino de indigentes a quienes el sustento les llegaba como migajas caídas de la mesa de los opulentos y eso merced a un duro trabajo para alcanzarlas.
En la mente de todas estas personas, el logro del Gran Almirante encendió sus propios sueños y así fue que, primero desde España y luego de todos los pueblos del mundo las carabelas se llenaron de esperanzados que afrontaban la furia y el misterio de los mares en pos de alcanzar la gloria, la fortuna y la fama más allá del horizonte.

Lo que encontraron es ya otra historia .Se amalgamaron razas, se construyeron (y se destruyeron) pueblos religiones y culturas. El mundo fue limando un tanto las antiguas diferencias y la libertad pudo mostrar, a veces, su límpida mirada.

Desde aquel lejano día en que Colón alcanzó su sueño de gloria, de riqueza y perennidad, el mundo ha dado quinientas empecinadas vueltas alrededor del sol y la sociedad de los hombres ha dado también una vuelta sobre su eje. Así se explica la partida de Carmela.
En aquel viejo mundo europeo de muy ricos y extremadamente pobres las cosas han cambiado y los bienes materiales se han ido distribuyendo mejor y alcanzando para todos los que realizan un esfuerzo por hacerse con ellos. En cambio, es en este lado donde ahora se da con más fuerza la injusticia. Aquí no son los reyes y los nobles quienes acaparan enormes riquezas sino los magnates del capitalismo apoyados por los círculos del poder que también sacan su tajada. En cambio, los simples trabajadores que quieren alcanzar su pan con el mandato bíblico del sudor de su frente, casi nunca lo logran.

Bueno, resulta que toda esta gente ha comenzado a soñar con un mejor destino al lado de aquellos sus hermanos que ahora tienen tanto y así como entonces se volcaron los europeos en busca del sueño americano, ahora son los americanos quienes cruzan los cielos en busca del sueño europeo.
Y por eso Carmela se va. Deja su tierra, sus padres, sus amigos, toma de las manos a sus dos pequeñas niñas y marcha con los ojos brillantes de expectativa huyendo de la miseria conocida, pero muerta de miedo a lo desconocido.
Es una más del éxodo, de la enorme expatriación que está despoblando nuestros pueblos, destruyendo hogares, dejando viejos abandonados y tristes, igual a lo que sucedía allí hace cinco siglos.

¿Qué resultará de esta trasmigración? Nuevas razas, nuevas culturas, más igualdad social y económica. Quizás la libertad pueda mostrarnos con más frecuencia su deseado rostro. Ojalá.