Amarga libertad
Te bebiste la muerte de un solo trago
con el gesto del que prueba
un remedio amargo.
Con tu partida, amado carcelero,
quedó abierta la jaula,
se acabó mi condena.
Pero de que me sirve
si todo el mundo afuera
es una nueva cárcel
llena de una neblina gris
color de pena
en la que ando perdida
sin rumbo ni horizonte
con las manos vacías
que añoran sus cadenas