tejedora

9/20/2006

Amarga libertad

Te bebiste la muerte de un solo trago

con el gesto del que prueba

un remedio amargo.

Con tu partida, amado carcelero,

quedó abierta la jaula,

se acabó mi condena.

Pero de que me sirve

si todo el mundo afuera

es una nueva cárcel

llena de una neblina gris

color de pena

en la que ando perdida

sin rumbo ni horizonte

con las manos vacías

que añoran sus cadenas