9/02/2008

En el cielo no hay roperos

Que difícil es aceptar el eterno tránsito de una persona querida que hasta ayer estuvo con nosotros y ahora se ha ido.

Ponemos toda nuestra voluntad en pensar que su esencia está todavía entre nosotros, que nos acompaña, nos ayuda, nos conforta. Entonces tenemos que aceptar que lo que ha quedado allí en el Cementerio es algo perecedero que ya no tiene importancia y sin embargo vamos a ese sitio donde un día la dejamos y la recordamos, le ofrendamos nuestras flores, le ofrecemos nuestras oraciones.

Es a los niños a los que más les cuesta comprender y aceptar lo que ha pasado. Por eso quiero recordar una explicación que encontraron una niña y su madre:

Había muerto la abuela y la pequeña no hallaba un motivo para que le hubieran quitado esa fuente de inmenso cariño.

-¿Dónde está la abuela, mamá?

- Se ha ido al cielo, ya estaba cansada y enferma, entonces Dios se la ha llevado porque a su lado será feliz.

-¿Y donde llevan este cajón con su traje de domingo?

- Es sólo su ropa, hija mía, eso se quedará aquí abajo.

- Quieres decir que en el cielo no hay roperos?

- Pues si, en el cielo no hay roperos. Su ropa solamente quedará aquí y nosotros vendremos de cuando en cuando a cuidarla.